domingo, 19 de abril de 2009
Recordando Qana... ¿el Punto de Inflexión de Israel?
18/04/2009 Ellos podrían haber sido padres y madres contando hoy a sus hijos historias de lo que está bien y mal. Ellos podrían haber sido abuelas y abuelos.
Ellos podrían haber sido activos chicos y chicas trabajando para su futuro.
106 personas podrían haber sido cualquier otra cosa que meros restos y estar en cualquier lugar distinto a una tumba en Qana.
Hace 13 años, Qana fue el escenario de una obscena masacre causada por una de las “Uvas de la Ira” de Israel.
Pocos saben que el término “Uvas de la Ira” tiene una connotación religiosa. El rabino israelí Moshe Cohen explicó que la palabra procede del hecho de que las uvas ocuparon la primera posición entre las siete frutas mencionadas en el Talmud, lo que significa que las “uvas de la ira” se refieren a la ira del pueblo judío.
Israel bombardeó el cuartel general de la UNIFIL en la ciudad de Qana con una “notable precisión” justo después de que decenas de refugiados libaneses hubieran buscado protección allí. Más de la mitad de los 106 mártires eran niños.
Uno realmente debería de tener un corazón de piedra para no sentir compasión hacia aquellos niños que se convirtieron en números dentro de bolsas de plástico y en algunos casos partes de pequeños cuerpos dentro de alfombras.
Las horrendas imágenes de la masacre fueron publicadas en la mayoría de los periódicos árabes. En Occidente, sin embargo, los directores de los periódicos ahorraron a sus lectores las brutales imágenes que mostraban como una entidad con la mente enfermiza segaba el futuro de aquellos niños. Ciertamente, ellos respetan los muertos, pero ¿los respetan de igual modo cuando están vivos? El obús de 155 mm que mató a aquellos niños fue fabricado en EEUU como también lo fueron los misiles que mataron a los niños en la masacre de Nabatiyeh el mismo día y a los niños de la masacre de la ambulancia de Mansuri poco antes y todas las demás matanzas israelíes que siguieron.
Israel dijo que estaba respondiendo al fuego de Hezbollah y que podrían haber ocurrido algunos “fallos técnicos”.
EL INFORME DE LA ONU
El asesor militar nombrado por la ONU, general Franklin van Kappen, de Holanda, investigó la masacre. Él señaló como conclusión de la misma:
a) La distribución de los impactos en Qana muestra dos concentraciones de fuego distintas, cuyos puntos de impacto están separados por unos 140 metros. Si las armas hubieran convergido, como ha sido declarado por las fuerzas israelíes, debería haber habido una única concentración del fuego.
b) La pauta que sugieren los impactos es inconsistente con unas pocas salvas de disparos normales dirigidos contra un blanco declarado (un sitio de morteros).
c) Durante el ataque con artillería, hubo un cambio perceptible en la distribución del fuego, desde el sitio de los morteros hacia el complejo de las Naciones Unidas.
d) La distribución de las detonaciones del punto de impacto y de las explosiones hace improbable que los disparos tuvieran un orden aleatorio, tal y como declararon las fuerzas israelíes.
e) No hubo impactos en la segunda área que las fuerzas israelíes afirmaron haber atacado.
f) Contrariamente a las repetidas negaciones, dos helicópteros israelíes y un aparato pilotado a control remoto estaban presentes en el área de Qana en el momento del ataque. Aunque no puede ser excluida por completo la posibilidad, lo cierto es que es muy improbable que el ataque con artillería fuera el resultado de graves errores técnicos y/o de procedimiento.
SACRIFICADOS EN EL ALTAR DE LOS SIONISTAS
El entonces secretario general de la ONU, Butros Gali publicó el informe poco después de soportar una fuerte presión para que no lo hiciera. Sin embargo, y de manera vergonzosa, el Consejo de Seguridad de la ONU se ha negado a actuar en base a este informe o hacer a los israelíes responsables. Por supuesto, el veto norteamericano y las tremendas presiones sobre Butros Gali y los estados miembros de la ONU estuvieron detrás de esta nueva demostración de la impotencia y cobardía de la ONU. Por su “crimen”, Gali fue más tarde sacrificado en el altar de los amos sionistas que controlaban el Despacho Oval.
LA RESPUESTA ISRAELÍ
Israel respondió rechazando de forma categórica los hallazgos del informe de la ONU e insistió en que “su investigación mostraba que la posición de la ONU fue alcanzada por la artillería “debido a un ataque incorrecto basado en datos erróneos.”
EL CURSO DE LA GUERRA
Israel necesitaba destruir el acuerdo de Julio de 1993, que puso fin al conflicto entre las fuerzas de ocupación y la Resistencia desde el punto de vista meramente militar y que excluía a los civiles de las operaciones militares. Además, el entonces primer ministro israelí Shimon Peres fue acusado por el Likud y su propio Partido Laborista de impotencia a la hora de hacer frente a las operaciones de la Resistencia libanesa. Peres estaba presionado por las elecciones, que iban a tener lugar antes del verano de 1996. Con la bendición de EEUU, él explotó la simpatía hacia Israel tras varios ataques de la Resistencia palestina. Durante la cumbre de Sharm al Sheij en Egipto, el 13 de marzo de 1996, fue elaborado un plan que daba a Israel luz verde para atacar a las fuerzas de la Resistencia en Palestina y Líbano.
Las fuerzas de ocupación israelí abrieron fuego de artillería contra la localidad de Yater, en el sur de Líbano, y mataron a varias personas. Éste fue el primer fruto del complot israelí que recibió el nombre de las “Uvas de la Ira.” Poco a poco, y sin embargo a un ritmo rápido, la artillería y los ataques aéreos israelíes se ampliaron para alcanzar el Valle de la Bekaa y las áreas pobladas del Sur. Los ataques de la artillería israelí fueron acompañados por una guerra psicológica lanzada por la radio La Voz del Sur, que estaba controlada por las milicias pro-israelíes del colaboracionista Antoine Lahed. Los suburbios del Sur fueron atacados con cuatro misiles guiados por láser que impactaron cerca del Consejo de la Shura de Hezbollah, anunciando así el inicio de una guerra brutal. El secretario general del partido, Sayyed Hasan Nasrallah, anunció que Hezbollah respondería a la agresión israelí bombardeando asentamientos israelíes en el norte de la Palestina ocupada.
Y así sucedió.
Varias salvas de cohetes Katiusha cayeron sobre los asentamientos de Keryat Shmonah, Nahariya y Metula. En el quinto día de la agresión, se hizo evidente que la iniciativa estaba en manos de la Resistencia.
El mando israelí comprendió que las “Uvas de la Iraq” se habían vuelto en su contra. Para escapar a esta situación, intensificó los ataques militares, mientras que la Resistencia elevó su tono y amenazó con atacar más asentamientos.
En ese momento, Damasco, Teherán y Beirut estaban enfrentándose al eje norteamericano-israelí, mientras que París y Moscú intervinieron para pedir el fin de las hostilidades, pero sus iniciativas se vieron obstaculizadas por la demanda estadounidense de que las partes concernientes firmaran un documento que en uno de sus artículos pedía la derogación de la Resolución de la ONU 425, que demandaba la retirada de Israel de Líbano. Washington también protegió a Israel en el Consejo de Seguridad al vetar cualquier resolución condenatoria de las agresiones israelíes contra Líbano, incluyendo las masacres de Qana, Nabatiyeh y otras.
Al comprender, sin embargo, que Israel se estaba encaminando hacia el abismo, los norteamericanos lanzaron su propia iniciativa.
El entonces embajador de EEUU en Líbano, Richard Jones, dijo al gobierno libanés del mártir Rafik Hariri que con vistas a poner fin a las hostilidades israelíes en Líbano, la Resistencia tenía que detener sus ataques contra las fuerzas israelíes en el Sur, mientras que las fuerzas israelíes se reservaban el derecho a atacar las posiciones de Hezbollah si este último continuaba lanzando cohetes contra el “norte de Israel.”
Líbano pareció luchar en esta guerra solo, entre el silencio árabe.
Beirut y los libaneses respaldaron a la Resistencia y los aliados de Líbano trabajaron para lograr un cese el fuego. Los norteamericanos reconocieron que Sayyed Nasrallah se había convertido en un actor principal en cualquier intento de lograr un cese el fuego.
El objetivo de Israel de desarmar a Hezbollah se convirtió en una petición para que el grupo de la Resistencia dejara de lanzar cohetes contra los asentamientos israelíes a cambio de poner fin a la campaña militar de Israel.
El entonces secretario de Estado de EEUU, Warren Christopher, no logró sacar adelante las demandas iniciales de Israel. Tras siete días de forcejeos políticos, Christopher llamó al presidente del Parlamento Libanés, Nabih Berri, y al primer ministro, Rafik Hariri, para celebrar un encuentro en Damasco. El Acuerdo de Abril, como fue más tarde conocido, anunció el fin de la agresión israelí, que había durado 16 días. El acuerdo firmado declaraba que Israel y sus colaboradores no atacarían objetivos civiles y la Resistencia no atacaría el “norte de Israel” con cohetes Katiusha o cualquier otro tipo de arma. El acuerdo incluía un artículo para formar un grupo de control, compuesto por observadores de EEUU, Francia, Siria, Líbano e Israel, con el objetivo de supervisar la aplicación del mismo.
De este modo, terminó la Operación “Uvas de la Ira” y el ejército israelí efectuó una evaluación que concluyó señalando que aquella se había saldado con un fracaso. Poco después, Shimon Peres fue derrotado en las elecciones en Israel.
Diez años más tarde, Israel lanzó una guerra sin precedentes contra Líbano, en otro intento de aplastar a Hezbollah. En la “Segunda Guerra de Líbano”, Qana fue otra vez un punto de inflexión que cambió el curso de la guerra. Israel cometió otra masacre en la que fallecieron decenas de personas, de nuevo mujeres y niños que se ocultaban de las bombas israelíes. Este pueblo histórico en el Sur de Líbano ha contribuido al menos en dos ocasiones a martillear los últimos clavos en el ataúd de Israel.
Según el informe Winograd, la Segunda Guerra de Líbano constituyó una humillante derrota para Israel. Desde el punto de vista religioso, los israelíes creen que el inicio del fin de su entidad comenzará con su primera derrota – que tuvo lugar en 2000 y luego se vio incrementada con otro sonoro desastre en 2006.
La Resistencia continúa fuerte y las promesas de Sayyed Hassan Nasrallah se cumplieron. Hoy, pese a los intentos de distorsionar la imagen de la Resistencia y de Sayyed Nasrallah, en el caso de que se produzca una nueva guerra de agresión israelí, el mundo será testigo de nuevas sorpresas que cambiarán el curso de la batalla y el rostro de toda la región.
http://www.almanar.com.lb/newssite/NewsDetails.aspx?id=82229&language=es
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