Por medio del portavoz de su Ministerio de Exteriores, Ramin Mehmanparast, la República Islámica de Irán ha mostrado su apoyo al levantamiento del pueblo tunecino, estimando que este país ha entrado en una fase sensible.”La República Islámica de Irán apoya las reivindicaciones del pueblo tunecino e insiste en que ellas sean realizadas sin recurrir a la violencia,” señaló.
Habiendo realizado una revolución en 1979, que supuso la caída de uno de los regímenes más despóticos y que fue objeto de diversas acciones occidentales dirigidas a abortarla, Irán ha puesto en guardia a los tunecinos sobre las injerencias extranjeras: “Esperamos que el terreno sea propicio para el retorno de la calma en Túnez, para que se materialicen las reivindicaciones populares y se resuelvan los problemas y asuntos de forma pacífica, por la vía del diálogo y sin injerencias externas,” dijo el diplomático iraní.
Estos mismos temores fueron expresados también por el jefe del Parlamento iraní, Ali Lariyani, que calificó de “risibles” las posturas de los países occidentales con respecto al levantamiento popular de Túnez.
“La acción del pueblo tunecino para obtener sus derechos es la prueba de su despertar,” señaló Lariyani durante una sesión parlamentaria, que puso en guardia sobre “aquellos estados que sostenían al régimen defenestrado y quieren intentar aprovechar la situación ahora para imponer otro nuevo, similar al anterior pero con otra forma”.
Según Lariyani, los acontecimientos en Túnez son la prueba de que el estar a sueldo de las grandes potencias no sirve de nada e invitó a los estados a que extraigan las lecciones convenientes. “Las superpotencias no tardan en abandonar a los regímenes despóticos cuando ellos están al borde del hundimiento,” concluyó.
Tras ser derribado por la Revolución Islámica, dirigida por el Imam Jomeini, y salir de Irán, el Shah Reza Pahlevi, que era uno de los peones de las potencias occidentales, al igual que el derrocado presidente tunecino Zin El Abidin Ben Ali, no halló un lugar donde refugiarse. Sólo el Egipto (de Sadat) le acogió y allí no tardó en morir.
almanar
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