Existen muchos factores que han llevado a un cambio importante en la actual situación en Siria, que se convierte en cada vez más favorable para Damasco y el Ejército sirio.
En primer lugar, podemos citar la intervención militar rusa y las miles de misiones llevadas a cabo por la Fuerza Aérea rusa en el país. Rusia ha destruido miles de objetivos de los grupos terroristas en Siria en los pasados meses, incluyendo miles de camiones cisterna con petróleo robado por dichos grupos, y en especial el EI. Rusia ha llevado también tareas de equipamiento y entrenamiento del Ejército sirio elevando así su capacidad militar y su potencia de fuego.
En segundo lugar, el apoyo de la población siria al presidente, Bashar al Assad, y a su Ejército han demostrado ser factores igualmente decisivos para la derrota de la guerra de desgaste lanzada por EEUU contra Siria por medio del uso de grupos terroristas y que ha estado financiada por Arabia Saudí y Qatar. Esta guerra fue, en realidad, un intento de acabar con el eje de la resistencia por cuenta de Israel. En este mismo objetivo, hay que enmarcar también las sanciones norteamericanas contra Irán.
Los sirios son un pueblo altamente educado y con un fuerte sentido de conciencia nacional y no están dispuestos a caer en planteamientos sectarios o a ser gobernados por unos fanáticos wahabíes que impongan una brutal dictadura en el país, a similitud de la que existe en Arabia Saudí, que deje sin derechos a los ciudadanos, y en especial a las mujeres. Los sirios tampoco aceptarán ninguna dependencia ni subordinación a una potencia extranjera y mucho menos al reino wahabí por el que los sirios sienten un amplio desprecio.
En segundo lugar, el apoyo de la población siria al presidente, Bashar al Assad, y a su Ejército han demostrado ser factores igualmente decisivos para la derrota de la guerra de desgaste lanzada por EEUU contra Siria por medio del uso de grupos terroristas y que ha estado financiada por Arabia Saudí y Qatar. Esta guerra fue, en realidad, un intento de acabar con el eje de la resistencia por cuenta de Israel. En este mismo objetivo, hay que enmarcar también las sanciones norteamericanas contra Irán.
Los sirios son un pueblo altamente educado y con un fuerte sentido de conciencia nacional y no están dispuestos a caer en planteamientos sectarios o a ser gobernados por unos fanáticos wahabíes que impongan una brutal dictadura en el país, a similitud de la que existe en Arabia Saudí, que deje sin derechos a los ciudadanos, y en especial a las mujeres. Los sirios tampoco aceptarán ninguna dependencia ni subordinación a una potencia extranjera y mucho menos al reino wahabí por el que los sirios sienten un amplio desprecio.
Sin embargo, la derrota de los terroristas en el campo de batalla, el rechazo del pueblo sirio a los mismos y la firmeza de Irán, pese a las sanciones, llevaron a EEUU a modificar su estrategia, teniendo en cuenta además que el monstruo que ellos habían creado acabó por volverse contra el propio Occidente, como pudo verse en los recientes atentados de París.
Por otro lado, la política norteamericana de protección al EI en Siria e Iraq ha quedado desenmascarada ante el mundo, que ha podido comprobar los nulos resultados logrados por la coalición liderada por EEUU en comparación con los éxitos espectaculares obtenidos por las operaciones militares rusas en Siria en un período de tan sólo tres meses. Por otro lado, parlamentarios y militares iraquíes han puesto al descubierto los actos de envío de armas al EI en su territorio realizados por aviones y helicópteros de la coalición liderada por EEUU.
Todo este cúmulo de políticas fracasadas y las consecuencias inesperadas de su estrategia de respaldo a los grupos terroristas acabó por llevar a Washington a aceptar una negociación política en Siria, presionando a los grupos de oposición apoyados por Riad para que acudieran a la mesa de negociaciones de Ginebra-3, en contra de la voluntad de Arabia Saudí.
De momento, los primeros grandes derrotados por los actuales acontecimientos son los principales grupos armados que operan en Siria, como el EI, el Frente al Nusra o Ahrar al Sham, que han quedado fuera de las negociaciones y que no tendrán ningún futuro papel en el gobierno de Siria, según decisión de la comunidad internacional en su conjunto.
Existe también un creciente convencimiento dentro de la comunidad internacional de que la figura del presidente Bashar al Assad resulta irreemplazable en el actual devenir de Siria. Assad simboliza al Estado y su salida del poder llevaría a un hundimiento de éste o a su fuerte debilitamiento, lo que provocaría, a su vez, un caos en Siria y una expansión del terrorismo y el extremismo hacia Europa y los países occidentales en general. Algunos medios europeos y estadounidenses, que reflejan normalmente el pensamiento de la élite política y económica de esos países, hablan ya de que la estrategia occidental seguida en Siria en estos cinco años ha resultado ser errónea.
Esto ha sido ratificado por el propio Assad, que dijo poco después de los atentados de París que “el apoyo de Francia a los aliados de los terroristas es la causa que se halla detrás de la expansión del terrorismo”. En este contexto, todo el mundo comprende que los llamamientos al abandono del poder por parte del presidente Assad son cosa del pasado y el peligro real es el que EEUU, Francia, Arabia Saudí, Qatar y Turquía han incubado con sus políticas.
Existe también un creciente convencimiento dentro de la comunidad internacional de que la figura del presidente Bashar al Assad resulta irreemplazable en el actual devenir de Siria. Assad simboliza al Estado y su salida del poder llevaría a un hundimiento de éste o a su fuerte debilitamiento, lo que provocaría, a su vez, un caos en Siria y una expansión del terrorismo y el extremismo hacia Europa y los países occidentales en general. Algunos medios europeos y estadounidenses, que reflejan normalmente el pensamiento de la élite política y económica de esos países, hablan ya de que la estrategia occidental seguida en Siria en estos cinco años ha resultado ser errónea.
Esto ha sido ratificado por el propio Assad, que dijo poco después de los atentados de París que “el apoyo de Francia a los aliados de los terroristas es la causa que se halla detrás de la expansión del terrorismo”. En este contexto, todo el mundo comprende que los llamamientos al abandono del poder por parte del presidente Assad son cosa del pasado y el peligro real es el que EEUU, Francia, Arabia Saudí, Qatar y Turquía han incubado con sus políticas.
Arabia Saudí ha visto, por su parte, como sus intentos de sabotear la conferencia de Ginebra-3 han fracasado. En primer lugar, sus protegidos de la oposición siria se vieron obligados a acudir a la ciudad suiza después de que sus intentos de boicot fracasaran cuando algunos patrocinadores de la conferencia advirtieron que las negociaciones podrían proseguir con otros grupos de la oposición. En segundo lugar, Arabia Saudí ha sido criticada por varias organización opositoras sirias, que han denunciado el apoyo de dicho país al terrorismo y sus intentos de controlar a la oposición.
Estos intentos saudíes para tratar de descarrilar la conferencia han chocado con la política actual de EEUU. En este sentido, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, llamó por teléfono al ministro de Exteriores saudí, Adel al Yubair, para advertirle en contra de un boicot de la oposición que controla y, empleando un tono duro, le dijo: “¿Quieres que los rusos y el Ejército sirio aplasten al resto de la oposición en Siria? ¿O quieres convencer a tu joven amigo (refiriéndose a Mohammed bin Salman, el hijo del rey, que es ministro de Defensa y segundo príncipe heredero) que lleve a cabo una ofensiva contra los rusos en Siria?... Si ellos (los opositores) no salen para Ginebra, diles que se vayan al infierno”.
Los saudíes comprendieron entonces que su juego de obstáculos y retrasos había fracasado y que cualquier demora en la negociación significaría la total derrota militar de sus protegidos en Siria.
La realidad es que no existe una oposición moderada en Siria, con la excepción de la oposición interna y algunas figuras honorables que residen en el extranjero. La oposición apoyada por Riad son simples mercenarios sin influencia dentro de Siria y que no tienen ninguna oportunidad política ni electoral de gobernar Siria.
Por otro lado, su participación en la Conferencia de Ginebra es, en realidad, irrelevante, ya que ésta no es más que una pantomima que busca camuflar el hecho de que la solución política real será fraguada entre bastidores entre varias potencias internacionales y regionales, teniendo en cuenta las realidades del campo de batalla y los intereses y acuerdos que aquellas alcancen.
Los saudíes comprendieron entonces que su juego de obstáculos y retrasos había fracasado y que cualquier demora en la negociación significaría la total derrota militar de sus protegidos en Siria.
La realidad es que no existe una oposición moderada en Siria, con la excepción de la oposición interna y algunas figuras honorables que residen en el extranjero. La oposición apoyada por Riad son simples mercenarios sin influencia dentro de Siria y que no tienen ninguna oportunidad política ni electoral de gobernar Siria.
Por otro lado, su participación en la Conferencia de Ginebra es, en realidad, irrelevante, ya que ésta no es más que una pantomima que busca camuflar el hecho de que la solución política real será fraguada entre bastidores entre varias potencias internacionales y regionales, teniendo en cuenta las realidades del campo de batalla y los intereses y acuerdos que aquellas alcancen.
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