Un hombre cuyas mentiras ayudaron a justificar la invasión de Iraq —una guerra de nueve años que costó más de 100 mil vidas y cientos de miles de millones de libras— confesó en su primera entrevista con la televisión británica.
Internacional | JONATHAN OWEN
"Curveball", el disidente iraquí que hizo las afirmaciones sobre las armas de destrucción masiva iraquíes, confirmó que inventó todo el asunto. Fue un timo que cambió el curso de la historia, ya que las mentiras de Rafid Ahmed Alwan al-Janabi se utilizaron para justificar la guerra de Iraq.
Trata de defender sus acciones: "Mi propósito principal fue derrocar al tirano en Iraq porque cuanto más tiempo permaneciera en el poder, más iraquíes sufrirían la opresión de su régimen".
El ingeniero químico afirmó que había supervisado la construcción de un laboratorio biológico móvil cuando pidió asilo en Alemania en 1999. Colin Powel, secretario de Estado de EE.UU. presentó sus mentiras como "hechos y conclusiones basados en inteligencia sólida", cuando argumentó a favor de la guerra ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en febrero del 2003.
Pero el señor Janabi, en dos sesiones del programa Modern Spies en BBC2, dijo que nada era verdad. Cuando le dicen "fuimos a la guerra de Iraq basándonos en una mentira. Y esa mentira la dijo usted", simplemente responde: "Sí".
Los funcionarios estadounidenses retocaron los dibujos de los laboratorios móviles de armas biológicas de Janabi para hacerlos más presentables, admite el coronel Lawrence Wilkerson, exjefe de gabinete del general Powell. "Pedí que el equipo de la Casa Blanca hiciera la gráfica", dice, agregando que "se modificó la inteligencia para ajustarla a la política".
En cuanto a su antiguo jefe: "No veo ninguna posibilidad de que el secretario Powell no sienta casi un arrebato de cólera sobre "Curveball" y la forma en que se le utilizó respecto a esa información".
Otra revelación es la verdadera razón por la que el FBI se abalanzó sobre la espía rusa Anna Chapman en el 2010. Los altos funcionarios temían que la fascinante agente rusa quisiera seducir a uno de los miembros del círculo íntimo del presidente Barack Obama. Frank Figliuzzi, jefe de contrainteligencia del FBI, revela que ella "se acercó más y más a dirigentes cada vez más altos¼ se acercó lo suficiente como para inquietarnos".
El miedo a que Chapman comprometiera a un alto funcionario estadounidense en una "trampa tentadora" fue una razón clave para el arresto y deportación de una red de espías de diez miembros, del cual formaba parte, en el 2010. "Nos estábamos preocupando mucho", dice. "Se estaban acercando tanto a un miembro del gabinete de EE.UU. que pensamos que no podíamos permitir que la cosa continuara". El señor Figliuzzi se niega a nombrar al individuo en cuestión.
Varios espías británicos también aparecen en el programa, es la primera vez que se entrevista en televisión a oficiales de Inteligencia en activo. En contraste con personajes de los servicios de Inteligencia estadounidense, los espías británicos se mantienen ocultos, sus voces dobladas por actores. El veterano periodista de la BBC Peter Taylor, que trabajó durante un año preparando el documental, los describe como "gente común y corriente comprometida con su trabajo" y "a un millón de kilómetros" de los espías presentados en las películas. Agrega: "Lo que me sorprendió fue su forma de trabajar en la burocracia de la administración pública. Todo se tiene que aprobar... con una autorización firmada por triplicado".
Los potenciales agentes deben abandonar cualquier fantasía hollywoodense, dice Sonya Holt, en el centro de reclutamiento de la CIA. "Piensan que el trabajo se parece a las películas, que van a saltar de coche en coche y que todos llevan armas¼ Sí, recolectamos información pero no conducimos bólidos. Vais a escribir informes; participaréis en reuniones, de modo que no es siempre esa imagen fascinante que veis en el cine".
(Tomado de ICH/The Independent)
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