Rusia y los países occidentales chocaron una vez más el lunes en el Consejo de Seguridad de la ONU en un debate acerca de cuál fue el campo responsable de la utilización de las armas químicas en Siria después de la publicación del informe final de la misión de investigación de la ONU.
Moscú, una vez más, denunció que el incidente del 21 de agosto fue una provocación llevada a cabo por opositores sirios con la colaboración de un país extranjero. Washington, por su parte, volvió a acusar a las tropas gubernamentales sirias del incidente.
Los debates sobre este tema en el Consejo de Seguridad fueron “ásperos y no concluyentes”, indicó el embajador francés, Gérard Araud, que preside el Consejo en diciembre.
El informe final del equipo de investigación, liderado por Aake Sellstrom, fue publicado el pasado jueves. El documento concluye que fueron usadas armas químicas “de manera probable o segura”, al menos en cinco ocasiones en el conflicto sirio. Sin embargo, no designa a los culpables de esta utilización.
El embajador ruso, Vitali Churkin, destacó, por su parte, que el ataque químico realizado en la Guta Oriental fue una provocación destinada a provocar un ataque estadounidense contra Siria. “Una provocación a gran escala fue orquestada el pasado 21 de agosto”, declaró el embajador, al mismo tiempo que acusó a Washington de haber intentado “manipular a la opinión pública.”
Churkin destacó asimismo que el informe menciona la existencia de soldados sirios entre las víctimas del ataque químico llevado a cabo en marzo pasado en Jan al Assal, cerca de Alepo, y dijo que dicho ataque buscó también “proporcionar un pretexto para un ataque occidental contra el ejército sirio”.
Churckin aludió al precedente uso de las inexistentes armas de destrucción masiva de Iraq como un pretexto para la invasión de ese país y mencionó el artículo reciente del periodista estadounidense Seymour Hersh, en el que éste afirmó que Washington sabía que ciertos opositores sirios tenían gas sarín, pero ocultó esta información y manipuló datos de inteligencia con el fin de culpar al gobierno de Bashar al Assad del incidente.
Por su parte, la embajadora estadounidense, Samantha Power, respondió a los argumentos de su colega ruso llegando a decir que el incidente de Jan al Assad podría haber sido “una operación del Ejército sirio, que arrojó municiones químicas por error sobre sus propias tropas”.
Un informe revelador
Sin embargo, y pese a los intentos estadounidenses de ocultarlo, lo cierto es que el Informe Sellstrom ha servido para poner de manifiesto aún más las mentiras de la Administración estadounidense con respecto a sus acusaciones contra el gobierno sirio sobre el uso de las armas química en el incidente de Guta Oriental del 21 de agosto y en varios otros.
Moscú, una vez más, denunció que el incidente del 21 de agosto fue una provocación llevada a cabo por opositores sirios con la colaboración de un país extranjero. Washington, por su parte, volvió a acusar a las tropas gubernamentales sirias del incidente.
Los debates sobre este tema en el Consejo de Seguridad fueron “ásperos y no concluyentes”, indicó el embajador francés, Gérard Araud, que preside el Consejo en diciembre.
El informe final del equipo de investigación, liderado por Aake Sellstrom, fue publicado el pasado jueves. El documento concluye que fueron usadas armas químicas “de manera probable o segura”, al menos en cinco ocasiones en el conflicto sirio. Sin embargo, no designa a los culpables de esta utilización.
El embajador ruso, Vitali Churkin, destacó, por su parte, que el ataque químico realizado en la Guta Oriental fue una provocación destinada a provocar un ataque estadounidense contra Siria. “Una provocación a gran escala fue orquestada el pasado 21 de agosto”, declaró el embajador, al mismo tiempo que acusó a Washington de haber intentado “manipular a la opinión pública.”
Churkin destacó asimismo que el informe menciona la existencia de soldados sirios entre las víctimas del ataque químico llevado a cabo en marzo pasado en Jan al Assal, cerca de Alepo, y dijo que dicho ataque buscó también “proporcionar un pretexto para un ataque occidental contra el ejército sirio”.
Churckin aludió al precedente uso de las inexistentes armas de destrucción masiva de Iraq como un pretexto para la invasión de ese país y mencionó el artículo reciente del periodista estadounidense Seymour Hersh, en el que éste afirmó que Washington sabía que ciertos opositores sirios tenían gas sarín, pero ocultó esta información y manipuló datos de inteligencia con el fin de culpar al gobierno de Bashar al Assad del incidente.
Por su parte, la embajadora estadounidense, Samantha Power, respondió a los argumentos de su colega ruso llegando a decir que el incidente de Jan al Assad podría haber sido “una operación del Ejército sirio, que arrojó municiones químicas por error sobre sus propias tropas”.
Un informe revelador
Sin embargo, y pese a los intentos estadounidenses de ocultarlo, lo cierto es que el Informe Sellstrom ha servido para poner de manifiesto aún más las mentiras de la Administración estadounidense con respecto a sus acusaciones contra el gobierno sirio sobre el uso de las armas química en el incidente de Guta Oriental del 21 de agosto y en varios otros.
Los inspectores de la ONU analizaron muestras de suelo, pelo, tejidos humanos, sangre y orina para buscar rastros de armas químicas y también entrevistaron a supervivientes, testigos y personal médico en los lugares donde el gobierno sirio o los gobiernos de EEUU, Gran Bretaña y Francia afirman que fueron utilizadas este tipo de armas.
En el informe se dice que en tres de los cinco sitios donde se utilizaron “muy probablemente” armas químicas las víctimas del gas fueron soldados, mientras en el cuarto los afectados fueron civiles. Significativamente, ni uno solo de los ataques químicos afectó a combatientes opositores sirios.
El 24 de agosto, tres días después del ataque químico de Guta Oriental y cuando Obama estaba ordenando incrementar los preparativos para un ataque contra Siria tras acusar al gobierno de ese país de haber cruzado su “línea roja”, tuvo lugar otro ataque químico en Jobar, también en Damasco, que fue dirigido contra soldados sirios. El informe de la ONU califica este ataque como “relativamente pequeño” y añade que fue confirmado por testimonios de supervivientes y análisis clínicos, así como por muestras de sangre recogidas por las autoridades sirias y que fueron autentificadas por los inspectores de la ONU.
El informe señala en relación a este incidente lo siguiente: “Un grupo de soldados recibieron la orden de limpiar algunos edificios bajo el control de las fuerzas de la oposición. Hacia las 11 horas, la intensidad de los disparos de los opositores disminuyó y los soldados tuvieron la impresión de que aquellos se estaban retirando. A unos 10 metros de distancia, los soldados oyeron un explosivo detonar con un ruido muy pequeño y percibieron un olor nauseabundo procedente de él. Un grupo de 10 soldados fueron evacuados en vehículos blindados hacia un punto médico. Ellos presentaban graves dificultades para respirar y varios síntomas extraños”.
Un día después, el 25 de agosto, el gas sarín fue utilizado de nuevo “a una pequeña escala contra los soldados” en la ciudad de Ashrafiah Sahnaya, durante unos choques entre rebeldes y tropas situadas en un punto de control. La ONU basó también sus conclusiones en muestras de sangre recogidas por el gobierno sirio y entrevistas sobre este incidente.
Aunque el informe no detalla quien es el responsable de estos ataques, la única conclusión que se desprende de él es que fueron los grupos extremistas apoyados por EEUU y Arabia Saudí los responsables de estos múltiples crímenes de guerra en forma de ataques químicos contra los soldados y civiles sirios.
Estos ataques tuvieron como objetivo el revertir las derrotas sufridas por los militantes en el campo de batalla y provocar una intervención militar occidental dirigida a derrocar al gobierno de Assad e instalar un gobierno títere en Siria. De este modo, Washington mintió a sabiendas con el fin de eliminar otro obstáculo para su buscado dominio de Oriente Medio, aunque tuvo más tarde que dar marcha atrás por la movilización de la opinión pública internacional, totalmente contraria a un nuevo conflicto.
Source: Sitio de Al Manar en Español
En el informe se dice que en tres de los cinco sitios donde se utilizaron “muy probablemente” armas químicas las víctimas del gas fueron soldados, mientras en el cuarto los afectados fueron civiles. Significativamente, ni uno solo de los ataques químicos afectó a combatientes opositores sirios.
El 24 de agosto, tres días después del ataque químico de Guta Oriental y cuando Obama estaba ordenando incrementar los preparativos para un ataque contra Siria tras acusar al gobierno de ese país de haber cruzado su “línea roja”, tuvo lugar otro ataque químico en Jobar, también en Damasco, que fue dirigido contra soldados sirios. El informe de la ONU califica este ataque como “relativamente pequeño” y añade que fue confirmado por testimonios de supervivientes y análisis clínicos, así como por muestras de sangre recogidas por las autoridades sirias y que fueron autentificadas por los inspectores de la ONU.
El informe señala en relación a este incidente lo siguiente: “Un grupo de soldados recibieron la orden de limpiar algunos edificios bajo el control de las fuerzas de la oposición. Hacia las 11 horas, la intensidad de los disparos de los opositores disminuyó y los soldados tuvieron la impresión de que aquellos se estaban retirando. A unos 10 metros de distancia, los soldados oyeron un explosivo detonar con un ruido muy pequeño y percibieron un olor nauseabundo procedente de él. Un grupo de 10 soldados fueron evacuados en vehículos blindados hacia un punto médico. Ellos presentaban graves dificultades para respirar y varios síntomas extraños”.
Un día después, el 25 de agosto, el gas sarín fue utilizado de nuevo “a una pequeña escala contra los soldados” en la ciudad de Ashrafiah Sahnaya, durante unos choques entre rebeldes y tropas situadas en un punto de control. La ONU basó también sus conclusiones en muestras de sangre recogidas por el gobierno sirio y entrevistas sobre este incidente.
Aunque el informe no detalla quien es el responsable de estos ataques, la única conclusión que se desprende de él es que fueron los grupos extremistas apoyados por EEUU y Arabia Saudí los responsables de estos múltiples crímenes de guerra en forma de ataques químicos contra los soldados y civiles sirios.
Estos ataques tuvieron como objetivo el revertir las derrotas sufridas por los militantes en el campo de batalla y provocar una intervención militar occidental dirigida a derrocar al gobierno de Assad e instalar un gobierno títere en Siria. De este modo, Washington mintió a sabiendas con el fin de eliminar otro obstáculo para su buscado dominio de Oriente Medio, aunque tuvo más tarde que dar marcha atrás por la movilización de la opinión pública internacional, totalmente contraria a un nuevo conflicto.
Source: Sitio de Al Manar en Español
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